Buenas tardes, hermanos nazarenos
de la Vida bajo el capuz.
Para mí es un honor contaros mi
experiencia como camarera de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Puente.
En la Junta General Ordinaria que se celebró en
febrero del año 2009, dejaba el cargo de camarera mi tía Rosario, y me cedió el
cargo, desde entonces llevo ejerciendo
como camarera, sustituyendo a mi tía, que a su vez tomó el relevo de mi abuela,
así que con todo esto, ser camarera del Jesús es una devoción y una tradición.
Mi labor de camarera no es
complicada, consiste en la limpieza de la Imagen, estar pendiente del estado de
la sabanilla del altar y revisar los adornos florales que suele tener puestos
a sus pies.
Cada quince días aproximadamente
voy a San Antón, y en el silencio y en la soledad de la Iglesia, me subo al altar y limpio la
imagen, sus ojos recobran vida y se encuentran con los míos, son momentos íntimos
que no se pueden explicar.
Cada vez que se retira la imagen
del Altar, bien para la celebración del triduo y la función, y todos los Lunes
Santos, para preparar el paso para el Jueves Santo, tengo preparada una canastilla forrada para depositar las
manos y las cubro con una sabanilla fina con el escudo de la Hermandad.
Cuando se celebra el triduo y la
función, visto el Altar de Cultos, intento que cada año sea distinto: unas
gualdrapas de damasco bordado, un terciopelo con el escudo de la Hermandad,
unos broches o unos cordones, cada año algo nuevo.
En el año 2014, vestí el Altar
del Jesús para la celebración del
Corpus Christi,
Y así, día a día, con lo que va surgiendo,
se van pensando cosas nuevas que se pueden hacer.
Un nazareno es todo el año.
Begoña Carretero Atienza
¡¡Gracias, Begoña!!
Me ha encantado leer tu historia, Begoña. Aún recuerdo con mucho cariño la entrevista que le hice a Rosario hace años para El Día de Cuenca. Es una mujer extraordinaria. Un beso.
ResponderEliminar(Y buen trabajo al equipo de La Vida bajo el Capuz :))