lunes, 7 de marzo de 2016

Su primera vez de azul y blanco

Recuerdo con mucha ternura la primera vez que el peque de la familia vestía la túnica azul. Fue hace cuatro años, un 3 de abril, un Miércoles Santo espléndido teñido de azul celeste.
La túnica que llevaba era la mía, la que llevé cuando desfilé por primera vez bajo la mirada de la Madre del Miércoles Santo, hace ya de eso casi 26 años.
Extraída de amarguraconsanjuanapostol.blogspot.com.es
El peque aún era un bebé, no tenía más de cuatro meses, pero la sonrisa que nos dedicó cuando escuchó la Banda de TTyTT de la Junta de Cofradías llegando al Salvador nos dejó muy claro que entre los brazos teníamos a gran nazareno. Mas su sonrisa se amplió cuando La vio aparecer por las puertas de la Iglesia a los brazos de sus banceros, que con gran mimo La mecen en su Camino de Amargura para encontrarse con su Hijo.
Si digo que esa sonrisa encandiló a más de uno de los que nos rodeaban no miento en absoluto.

Comenzamos el desfile procesional, su primera procesión; él mirando embobado todo lo que le rodeaba, yo sin poder apartar la vista de él.
Cuando llegamos a la Plaza Mayor el niño ya estaba rendido, se durmió tan profundamente que ni siquiera abrió los ojos cuando la banda pasaba por nuestro lado. Allí terminó su primer desfile procesional, pero caló tan hondo en él que no ha perdonado un Miércoles Santo sin salir en su "Vigen y San Juan", ni una Cuaresma de su corta vida sin probarse las túnicas y ver vídeos de las procesiones.
Y es que, como decía en una entrada anterior, la Semana Santa no entiende de edades. Y si encima son pequeños, la sienten con más dulzura e inocencia que cualquier nazareno adulto.

7 dolores


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